El Sahara fue habitable desde el 9000 al 2500 aC. Desde el 2500 aC la entonces sabana comenzó a transformarse en el desierto que es ahora, entonces las poblaciones abandonaron su habitad y el Tassili sólo albergó a ciertas tribus de nómadas y a los viajeros que atravesaban de lado a lado el continente.
Por una ruta transcontinental, entre los paralelos 25 y 28, se encaminaron los futuros pobladores del Nilo. Así fue consignado en las losas de roca consagradas a esos portadores de “todos los conocimientos necesarios para el desarrollo de una civilización”. Esta ruta fue llamada “la ruta de los grandes nómadas”; pero también en Egipto aparecen inscripciones que la denominan “camino de los muertos”, debido a que marcaba el lugar de enterramiento de sus antepasados.
La primera fecha egipcia conocida es el año 4291 a.C. Las crónicas prefaraónicas, los comentarios de Manethon, los relatos de Herodoto y hasta las primeras líneas de La Odisea, nos hablan de una gran comarca desaparecida “en el otro extremo de Libia, allá donde se pone el sol”.
Si hay algo mítico en el reinado terrestre de Osiris es que tuvo lugar en otra parte, en el Primer País, en el “Amenti”, la montaña de occidente, morada feliz entre todas las moradas. Los antiguos egipcios no dejaron de pensar en ese “Primer País”, de añorarlo, de desear volver a él. Fue un deseo alimentado por todos los egipcios e inscrito en un rollo de papiro, más o menos importante, depositado sobre el pecho de las momias.
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